Rizana Nafeek, una muchacha de 19 años de Sri lanka que trabajaba como trabajadora doméstica en Arabia Saudí, tuvo la desgracia de que accidentalmente se le muriera en sus brazos el bebé que cuidaba mientras le daba el biberón.
La han condenado a muerte. Si la asesinan (ojalá que no) será la víctima número 103 en lo que va de año, porque en dicho país no se lo piensan dos veces para condenar y ejecutar a la gente por decapitación. Y pensar que ese país tiene un trato privilegiado con Estados Unidos y con la Unión Europea, incluida España, donde la gentuza que lo dirige son tratados con especial delicadeza en Marbella. Qué asco.
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