martes, 22 de septiembre de 2015
¡Ah! Entonces, ¿esto era la revolución?
Hace ocho meses Tsipras llegó al poder en Grecia prometiendo que iba a hacer una revolución muy revolucionaria, acabando con la política de austeridad de los anteriores gobiernos y dando abundancia a manos llenas para todos sin que la misma costase casi ningún esfuerzo. Y con esas intenciones se mantuvo, terco él, durante cinco meses, intentando que su revolución se la pagaran sin condiciones los demás países de la zona euro, mareando la perdiz en una negociación en la que parecía que los tomaba por tontos, alargando los tiempos sin sentido, chantajeándolos con una posible salida de Grecia del euro, con la esperanza de que cedieran a sus exigencias.
Y sobre esa base convocó un referéndum de cara a la galería, para que dichos países vieran que iba en serio. Pero los países de la zona euro opusieron a morro, morro y medio. Y si Tsipras quería demostrar que él iba en serio, los demás demostraron que iban más en serio aún. No prorrogaron el rescate y empezaron a estudiar la salida de Grecia del euro. Los griegos entraron en pánico. Y Tsipras también. Ganó el referéndum rechazando las condiciones del rescate, para solo 48 horas después hacer exactamente lo contrario del mandato que había recibido de las urnas, cediendo a todas y cada una de las exigencias de los socios europeos, convirtiendo de hecho a Grecia en un país sin soberanía, bajo el completo control de los demás países en todas la decisiones económicas.
En esas condiciones se vio obligado a convocar elecciones anticipadas solamente ocho meses después de las anteriores, presentándose con un programa no ya diferente, sino opuesto al anterior, sometiendo a la voz de la urnas, ahora sí, el programa de austeridad.
Y los griegos, por increíble que parezca, han apoyado a Tsipras, dándole prácticamente el mismo número de diputados. Con, eso sí, una gran abstención, porque parece que muchos estaban hasta las narices de tanto ir y venir sin quedarse quieto en ningún sitio. Así las cosas Tsipras volverá a gobernar Grecia con los derechistas de ANEL (que se dice pronto), pero ahora para hacer lo que los socios europeos le ordenen.
Y la vida sigue igual. Grecia por la senda de la austeridad. Los miembros de la zona euro financiando a Grecia con un dinero que no volverán a ver jamás. Y cuando se acabe el tercer rescate, probablemente será el momento de empezar a negociar el cuarto. A cambio de ello Grecia permanece en la zona de influencia occidental (aún más, por la perdida de soberanía real y el intervencionismo económico) y los nubarrones de aventuras con Rusia y/o China se disipan. Que al fin y al cabo puede que, siendo todo lo anterior malo, sea lo menos malo de todo.
¿Y esto era entonces la revolución? Porque para este viaje no hacían falta alforjas. Bueno, tal vez sí. Porque en realidad algo tiene que cambiar para que todo siga igual. Y el que ha cambiado ha sido Tsipras para que todo siga igual en Grecia. Igual de mal.
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