Es curioso el caso del Papa más izquierdista de los que he conocido (Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI y el actual). Está claro que con sus palabras ha conseguido en los tres años de papado que se cumplen hoy la admiración de muchos y, también, el rechazo de bastantes. Pero tal vez de lo que ni los unos ni los otros se han dado cuenta es de que, por ahora, son solo eso, palabras. Desde que llegó al puesto que actualmente ocupa, de la renovación que parecía traer bajo el brazo, nada de nada. Solo palabras. Mucho ruido y pocas nueces. O que algo debe cambiar (las palabras) para que todo siga igual (los hechos).
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