La verdad es que lo de las autoridades de Alemania echando balones fuera para no reconocer lo evidente está llegando a extremos que ya rozan el ridículo. Ahora están
diciendo que la culpa de su comportamiento asesino fue... de un vídeojuego violento. No es que dicho pasatiempo me guste (jamás le regalé nada parecido a ninguno de mis hijos), pero es que decir que algo así fue el detonante de la masacre solo puede obedecer al hecho de intentar ocultar la evidencia de que las ideas islámicas del sujeto, llevadas hasta sus últimas consecuencias, fueron de verdad la raíz del problema.
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