El pasado domingo se celebró un referéndum en Hungría sobre si dicho país debe aceptar las cuotas de refugiados dictadas por la Unión Europea. El "no" (posición defendida por el Gobierno) ganó por un espectacular 98%, si bien la participación estuvo en torno al 45% (mucho más baja de lo que quería el Gobierno).
Me encanta la democracia directa, porque es donde los ciudadanos pueden expresarse de verdad. Y más en este tema, donde todo apunta a que la mayoría de los políticos van por un lado y los ciudadanos por otro. Lo acaba de demostrar el reférendum hungaro. Una consulta que, dicho sea de paso, la izquierda hungara no quería que se celebrase, diciendo que iba a dividir al país. Y por eso llamó a la no participación, entre otras cosas para unir a los suyos a la abstención pasiva de siempre, seguros de que el "no" iba a ganar.
Lo que está claro es que muchos países de la Unión Europea (bueno, todos) deberían seguir el ejemplo hungaro y someter este tema de los refugiados (y otros muchos más) a la considereción directa de la ciudadanía. Nos ibamos a llevar muchas sorpresas (es un decir).
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