Otra vez. Ahora en Berlín. Por parte de
ellos, un fanático musulmán con la intención de hacer todo el daño posible a inocentes no musulmanes. Otra vez. Por parte de
nosotros, unas autoridades que tratan de ocultar todo lo anterior, punto por punto. Otra vez. Y otra vez me quedo sin palabras... o tal vez no, pero tal vez sea mejor que me las trague, porque puede que sean demasiado gruesas. Lo que está claro es que algo (mucho) tiene que cambiar para que esto no pase otra vez. Que pasará. Porque otra vez nada cambiará.
La realidad es tozuda. Negarla y empeñarse en vivir en un mundo de unicornios rosas y musulmanes pacíficos y tolerantes se paga caro. Pero los políticos responsables de esta debacle raramente son los que sufren las consecuencias directas.
ResponderEliminarLa tirania de lo "políticamente correcto", que ha llevado a que ciertos medios de comunicación hicieran énfasis en que el camión era polaco y había un polaco muerto en su cabina, a ver si colaba, es suicida. Para resolver un problema, primero hay que identificarlo claramente, aunque contradiga los tópicos del buenismo al uso.
El problema es que no hay peor ciego que el que no quiere ver, y la sociedad europea no quiere ver la realidad.
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