Los escándalos sexuales en la política estadounidense eran prácticamente exclusiva de los demócratas. Mientras tanto los republicanos tenían una fama de políticos familiares y morales, muchos incluso cristianos. Hasta que llegó Trump. Produce vergüenza ajena leer los
detalles escritos por una prostituta de sus encuentros sexuales (fueron más de uno) con quien hoy es nada más y nada menos que el Presidente de los Estados Unidos (los dos juntos en la foto al lado, en 2006). Urge que este tipo deje ese cargo para que lo ocupe Mike Pence, alguien de quien los estadounidenses republicanos, familiares, morales y cristianos puedan sentirse orgullosos.
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