Leo que
la reina Isabel II cambió su testamento días antes de morir y dejó fuera a Meghan Markle y a su hija. Que no le deje nada a la esposa de su nieto, quien apareció en una entrevista en Estados Unidos junto a él atacando a la monarquía inglesa por no haberla apoyado durante una depresión, puede ser normal. ¿Pero tampoco a su bisnieta Lilibet? (hija de Meghan y su nieto Harry, que a su vez es hijo del ya Carlos III y hermano del heredero al trono; la niña tiene poco más de un año). Dicen que no es correcto hablar mal de los fallecidos, pero el gesto la retrata, incluso muerta.
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