Cuando los ejércitos aliados ganaron la Segunda Guerra Mundial sabían perfectamente que la inmensa mayoría de los alemanes apoyaban en exterminio nazi de los judíos. Pero eso, por supuesto, no fue excusa para eliminar a toda la población alemana. Está claro que, aunque los que asesinan
y los que están a favor de esos asesinatos son culpables, el grado de culpabilidad es muy diferente. A los primeros se les juzgó y condenó, mientras que a los segundos se les sometió como sociedad a todo un proceso de lo que se llamó desnazificación, que duró años hasta ser completado con éxito y en el cual una de las medidas aplicadas fue el control de Alemania, que de hecho no tuvo una independencia real hasta que cayó el muro de Berlín y las dos partes del país se unieron en una sola, en 1990. Es decir, que esa desnazificación duró la friolera de 45 años.
Ya se está hablando de deshamasificar Gaza. La razón es el apoyo mayoritario de la población civil gazatí a la organización terrorista que les gobierna, Hamás, y a los espantosos hechos que cometieron en Israel el pasado 7 de octubre (uno, dos, tres y cuatro; y son solo ejemplos). Esa palabra, deshamasificar, significaría todo un proceso educativo para que los habitantes de Gaza acabaran rechazando a Hamás, sus miembros y sus acciones. Para ello se hace necesaria que la independencia que Israel generosamente otorgó a la Franja en 2005, retirándose unilateral e incondicionalmente, quede eliminada. Gaza debe pasar a ser un territorio bajo control militar israelí hasta que la población deje de ser un peligro para la seguridad de Israel. Hay que deshamasificar Gaza, tarde ello uno, cinco o diez años. O, como en el caso de Alemania, 45.
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