Me metí entre pecho y espalda las dos horas del debate previo a la
elección presidencial estadounidense entre el ultraderechista Donald Trump y la ultraizquierdista Kamala Harris. Lo único que puedo decir es que fue totalmente decepcionante. Lleno hasta la bandera de tópicos, exageraciones y mentiras. Y por supuesto el liberalismo brilló por su ausencia en ambos bandos. A la pregunta de que quién ganó el debate la verdad es que no tengo respuesta, por el hecho de que ni él ni ella me parecieron creíbles. Por lo demás, como hasta ahora seguiré disfrutando de la entretenida campaña como un espectador y nada más.
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