La separación de poderes en España sería un chiste si no fuera por la gravedad que el asunto implica. Y es que la unión de poderes es un hecho establecido, y excasamente disfrazado, desde la misma Constitución Española de 1978. Porque efectivamente en las elecciones generales los ciudadanos eligen al Poder Legislativo, no directamente, sino a través de los partidos políticos que son los que de verdad deciden, pero lo eligen.
Pero posteriormente ese mismo Poder Legislativo elegirá al Presidente de Gobierno, es decir, al Poder Ejecutivo, al cual podrá cambiar a su antojo si se da la situación, mediante la moción de censura. Cabe añadir que, para más claridad sobre la unión de poderes, una vez que el Legislativo elige al Ejecutivo, este Ejecutivo puede disolver cuando le apetezca al Legislativo, convocando elecciones generales anticipadas, cosa que ha sucedido varias veces en España desde 1978.
Y más tarde ese mismo Poder Legislativo elegirá al Consejo General del Poder Judicial, es decir, al Poder Judicial; y, para dejarlo más claro aún, elegirá también al Tribunal Constitucional, que es la máxima instancia de ese Poder Judicial.
A lo que cabe agregar que ese Poder Legislativo no es más que una correa de transmisión de lo que deciden los líderes de los partidos políticos (dos, tres, cuatro, cinco personas cuando más).
¿Quiénes deciden esas leyes, ese Gobierno, esos jueces? Simple, los partidos. Son los líderes de los partidos políticos los que se sientan a negociar quién y por qué. Y ese "por qué" muchas veces se les oculta a los ciudadanos.
En una sociedad verdaderamente democrática debería haber una separación real de poderes. Esa no es la sociedad española, donde lo que verdaderamente existe, casi sin tapujos, es una unión de poderes basada en que son los partidos políticos desde el Legislativo los que deciden quienes ocupan los cargos en el Ejecutivo y en el Judicial.
España, partidocracia (serie)
La grave crisis economica española es culpa de quienes creian que ayudando a los estados unidos y alñ sionismo hiban a obtener las migas de lo que el imperio dejara caer de su mesa, el paro demustra lo contrario.
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