Mas, que parece que se cree elegido por Zeus, por una conjunción planetaria o por el mismísimo Snoopy para tareas más altas que el común de los políticos, se acaba de cargar una coalición de 37 años. No es que me preocupe ni mucho ni poco ese invento nacionalista, que bastante daño ha hecho a la libertad individual en Cataluña. Pero objetivamente hay que reconocer que había funcionado bastante bien hasta ahora, por lo menos para ellos (y para nadie más). Y va Mas y en un abrir y cerrar de ojos político manda la cosa a hacer gárgaras. Descanse en paz el juguete roto.
Convergencia parece que quiere cargársela también, vía refundación, para convertirla en un partido a su personal servicio. Veremos.
De Unió no se sabe muy bien que será, si se presentará en solitario o si acabará integrándose en ese partido nacionalista light intrascendente en el que Aznar primero y Rajoy después convirtieron al PP de Cataluña. Si finalmente deciden ir en solitario a las elecciones no les auguro demasiado buen futuro a los nacionalistas democristianos, visto lo que pasó con aquel PDP, igualmente cristianodemócrata como ellos, a escala nacional cuando se separó de AP. Al final, más tarde o más temprano, unos se irán al invento de Mas y otro al PP, y Unió también a descansar en paz.
Y de Mas, ya se sabe que cuando un tonto coge un camino, el camino se acaba y el tonto sigue. Mas no sabe que el camino independentista se acaba; las señales son más que evidentes, con las querencias independentistas a la baja en las encuestas y el mencionado hecho de que los de Unió se han apeado del auto. Y lo que hay al final es un abismo político, por el que se va a despeñar.
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