El Supernova Sukkot Gathering (פסטיבל תרבות של שלום en hebreo) es un evento anual que se ha promocionado desde 2001 como un intento de unir a las diversas culturas de la región mediterránea a través de la música, la danza y el arte con
el objetivo de ser un faro de esperanza de paz en medio del complicado contexto del
conflicto israelí-palestino.
Todo muy bonito. Y muy izquierdista. Porque todo lo bonito es de izquierdas y todo lo que es de izquierdas es bonito.
El ya tristemente famoso festival Supernova destilaba, por lo que he leído y visto, un ambiente hippie. Y no solamente, sino también de consumo de drogas hasta el amanecer, momento en el que la peña se congregaba ante un pacifista Buda. Todo, claro, por la amistad y la paz. En Israel. Al que muchos de los participantes seguramente consideraban un Estado violento, militarizado y agresor.
Todo eso me lleva a pensar que los (y las) participantes en esa bacanal eran una pandilla de izquierdistas bienintencionados que pensaban que con música, bailes, drogas y otros divertimentos menos descriptibles podían cooperar para conseguir la paz entre israelíes y palestinos. Poniéndolos a los dos de igual a igual (o, quién sabe, a los israelíes como agresores y a los palestinos como víctimas). Qué bonito y qué pacifista, ¿no?
Y en eso estaban cuando llegan los canallas de Hamás y arrasan con todo, incluyendo asesinatos, torturas, violaciones y secuestros.
Por supuesto no me alegro. Fue algo espantoso. Numéricamente probablemente lo más espantoso de todo el horror sucedido ese fatídico 7 de octubre. Evidentemente totalmente condenable desde todo punto de vista.
Pero es que, además, sería necesario que todo ese espanto se transformara en una lección, durísima sin duda, para todo la izquierda, israelí y occidental. No cabe ninguna buena intención hacia el mundo musulmán en general y los palestinos en particular.
Probablemente la izquierda israelí aprenda la enseñanza. Pero dudo que la izquierda occidental la tome en consideración. Estoy seguro de que las Irene Montero, Ione Belarra, Yolanda Díaz y compañía, así como su cohorte de seguidores (y, sobre todo, seguidoras) no entenderán (o no querrán entender) los que los musulmanes españoles seguidores de Hamás y defensores de los palestinos les harían si se las encontraran totalmente desprotegidas y vistiendo con la libertad que ellas practican (nada que objetar, dicho sea de paso, sino todo lo contrario). Algo que fue lo que ocurrió en el malogrado festival. Y que es posible (ojalá que no) que suceda en Europa en general y en España en particular en un futuro lejano. O no tan lejano.
Fue la versión israelí de los pacifistas que protestaban contra la guerra de Vietnam.
ResponderEliminarLa diferencia es que los intereses vitales de Israel están extremadamente amenazados y no hay un reclutamiento forzado, pues no se obliga a servir en una unidad de combate y quien no quiera hacer servicio militar, puede hacer servicio social