Al final el chaval no se fue. Montó todo este patético circo para quedarse. Para que le rogaran y luego decir que bueno, que sí, que lo hago por vosotros, porque me lo habéis pedido, porque yo lo que quería era marcharme. Se veía venir desde el mismo miércoles. Cuando uno se quiere ir, simplemente se va y punto, pero no se toma cinco días para irse a cámara lenta.
Lo único que ha hecho Sánchez durante esta casi semana ha sido jugar con la gente, para conseguir, como siempre, sus objetivos. Unos objetivos que pasan, en primer lugar, por marcar un antes y un después para pasar a la acción. Y una acción que, como ya es sabido, consiste en atacar la independencia judicial y las libertades de expresión y de información.
Vamos, que se nos va a caer el pelo, porque el sujeto en esta ocasión va a por todas. A mí no mucho, porque mi pequeño rincón, además de ser eso, pequeño, muy pequeño, está fuera del radar del tipo. Pero a aquellos que han ido a por él sin la más mínima contemplación (así, a bote pronto, me vienen a la mente Vozpópuli, The Objective, El Confidencial y Okdiario) les aconsejo que se cuiden, porque el chico es vengativo.
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