miércoles, 7 de mayo de 2025

Todo lo que puede salir mal no siempre sale mal: ¡al cuerno el Barcelona!

Sí, lo sé, mal de muchos, consuelo de tontos. Pero era demasié pal cuerpo ver al Barcelona ganar la Copa del Rey, la Copa de Europa (repito, lo de La Champions me parece una enorme majadería) y a medio paso de la Liga.

Estaba hasta las mismísimas narices de ver ganar partidos al Barcelona (he perdido la cuenta de las veces que lo he padecido en, digamos, los últimos treinta días), pero me volví a arriesgar. Así que solo me faltó una camiseta del Inter de Milán.

Celebré los dos primeros goles del Inter como si del Real Madrid se tratara (o casi). Supongo que lo peor de los tres goles seguidos del Barcelona no fueron los goles, sino la cara que me dejaron ("otra vez, otra vez, otra vez" era lo único que me venía a la mente después del tercero). Pero el empate llegó cuando terminaba el partido y yo casi me subí a la mesa.

Y después la prórroga (no deseada desde el principio, porque tenía cita médica y me la complicaba). Y con el último gol del Milán rebasé limpiamente la mesa y gritando el gol casi me comí el televisor (temí que los vecinos llamaran a emergencias, por escándalo a la policía o por demencia a la ambulancia -o, más probable, por ambos-). Y a sufrir, por partida doble, porque si el Barcelona empataba y se iban a penaltis podía pasar cualquier cosa... hasta que yo perdiera mi cita médica.

Pero no pasó. Tras una larga segunda parte de la prórroga (los quince minutos me parecieron quince días), el pitido final del árbitro y mi expresión de "¡al cuerno el Barcelona!". Lo dicho: todo lo que puede salir mal no siempre sale mal. Y llegué a la cita con la doctora con un minuto de adelanto.

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