Todo empezó con una redacción del estado de alarma en la Constitución que parece hecha con los pies (por no decir otra parte menos honorable).
Y siguió cuando no se corrigió el error en la Ley Orgánica del tema. Y prosiguió en el momento en el que no se obligó al Tribunal Constitucional a pronunciarse sobre los plazos en el recurso al estado de alarma de Zapatero en la crisis de los controladores. Y la guinda a este pastel (no menciono el material) la pusieron ayer en el Congreso, entregándole al guaperas un estado de alarma ¡de seis meses!, para que eventualmente haga lo que le salga de las narices (o de otra parte) a la vez que el mencionado estaba en la sede del Legislativo menos de una hora, usando al Congreso, que le apoyó masivamente, más o menos como papel higiénico, cuando estamos hablando del estado de alarma más largo de toda la reciente historia democrática. Politicuchos. Y lo dejo aquí porque al final voy a decir alguna cosa que no deseo (o sí, pero no debo).
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