Pablo Casado llegó a la presidencia del PP desde la derecha, ganando a Soraya Saenz de Santamaría que iba desde el centro. Después ha ido virando poco a poco para hacia esa centralidad. Y como parte de ese giro ha hecho denodados esfuerzos por diferenciarse de Vox. Su primera gran muestra de ello fue el durísimo discurso que pronunció contra Santiago Abascal en la moción de censura contra Sánchez.
Y ahora pretende elevar la apuesta. Porque los resultados en las recientes elecciones castellanoleonesas parecían claros. Pero no para Pablo Casado, que aparentemente ha decidido apostar a no gobernar con Vox. Una apuesta arriesgada, porque las matemáticas son tozudas y la única opción que tiene es conseguir el apoyo de los voxeros.
Bueno, la única no. También podría conseguir la investidura de Mañueco con la abstención del PSOE (gobernar sería otra cosa). Pero si ese fuera el camino ya se ha topado con una primera humillación de Pedro Sánchez, que no pierde ocasión de machacar al PP, consciente de que es el único que le puede sacar de La Moncloa, exigiéndole una ruptura con Vox en toda España.
Así que, puestas las cosas de esta manera, parece que la única posibilidad es ese Gobierno de coalición con Vox. Porque la alternativa, unas nuevas elecciones al final de julio, sería una auténtica ruleta rusa para el PP.
Abascal ya ha puesto su condición, lógica por otra parte. Entrar en el Gobierno de Castilla y León. No parece que puede dar marcha atrás, porque si lo hace sus votantes se empezarían a preguntar la razón de votar a un partido que al final siempre acaba apoyando al PP por unas migajas, como ha hecho hasta ahora.
Sin duda se avecinan tiempos interesantes en este pulso. Veremos en qué acaba la cosa.
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