Pues nada, llegó el día y los resultados de las elecciones autonómicas
en Castilla y León son los que son.
Resulta que Casado y Mañueco (por ese orden) quisieron hacer allí lo que Ayuso en Madrid y les ha salido el tiro por la culata. O casi, porque pudo ser peor y que la izquierda hubiera conquistado el Gobierno de la autonomía. Porque la jugada estaba clara. Intentar que el PP sacara más escaños que la suma de todos los demás, exceptuando a Vox, para poner al partido de extrema derecha entre la espada y la pared de tener que dejar gobernar al PP con una mera abstención a cambio de pequeñas concesiones o unir sus votos a la izquierda para forzar nuevas elecciones. Y de paso que se olvidara la arrasadora victoria de Ayuso.
Y ahora el que está entre la espada y la pared es el PP. Y Casado, claro. Porque si pasan de Vox y dicho partido se abstiene estarán abocados a unas nuevas elecciones, con unas enormes posibilidades de empeorar los actuales resultados y regalarles el Gobierno castellanoleonés al PSOE. No creo que en el PP sean tan tontos.
O puede que sí, nunca se sabe. Porque leo que Génova descarta compartir Gobierno como exige Vox. Parece que son tan incompetentes que no saben ni sumar. Porque los de Vox lo único que tienen que hacer es decirle a Mañueco que ellos quieren lo que las matemáticas partidocráticas len han otorgado, una vicepresidencia y un 29% de las consejerías para apoyar al PP en el Gobierno. Y sentarse a esperar.
La única alternativa que el PP tiene es pactar que el PSOE se abstenga. Dudo que los socialistas estén por la labor; pero si estuvieran, el ascenso de Vox a nivel nacional a costa del PP sería enorme. No creo que los peperos quieran seguir esa vía.
Lo lógico sería que el PP se dejara de complejos, empezara a tratar a los votantes como mayores de edad e hiciera lo que el PSOE viene haciendo desde hace décadas, pactar con su socio natural, explicando las razones al electorado, que con toda seguridad lo entendería.
En cualquier caso, el teatro en los próximos días está servido. Esperemos que no se convierta en circo.
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