las relaciones del PP con Vox, partido al que básicamente considera un apestado político, pero en el que se ve obligado a apoyarse exteriormente para gobernar varias comunidades autónomas.
Pero dicen que como muestra basta un botón. Y ese botón es la comparación de dos mociones de censura, la de Pablo Iglesias contra Mariano Rajoy y la de Santiago Abascal contra Pedro Sánchez. En el discurso de la primera Sánchez mantuvo un perfil bajo y votó abstención, mientras que en la segunda Casado protagonizó una durísima alocución y votó en contra.
El PSOE lleva décadas pactando a nivel autonómico gobiernos de coalición con el PCE primero (qué se dice pronto), con IU después y con Podemos posteriormente; finalmente ha montado un Gobierno de coalición a nivel nacional con Unidas Podemos. El PP no quiere nada con Vox a nivel autonómico. Lo anterior, con la desaparición de Ciudadanos, coloca al PP en una situación de inferioridad respecto al PSOE, porque se queda sin partido con el que poder pactar.
O el PP se olvida de los complejos y empieza a establecer una estrategia de pacto con Vox allí donde las matemáticas le obliguen a ello o de lo contrario lo va a tener muy complicado para gobernar autonomías. Lo que Casado tiene que entender es que no puede ser que el PSOE pacte gobierno autonómicos sin pensarselo dos veces donde la izquierda y la extrema izquierda suman y el PP no haga lo propio donde a la derecha y a la extrema derecha les dan los números.
El PP además debería asumir como propio un discurso antipodemos exactamente en la misma medida que el PSOE tiene su discurso antivox.
Pablo Casado debe ser consecuente con que el sentido común lo marcan las matemáticas de esta partidocracia que hay en España y un discurso contra la extrema izquierda. De lo contrario perderá gobiernos autonómicos, desmovilizará a su electorado y la consecuencia final es que nunca llegará a ser Presidente de Gobierno de España.
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