La frontera entre Polonia y Lituania tiene una extensión de 104 kilómetros. Posee una importancia estratégica militar vital, porque es la única conexión terrestre
entre las tres repúblicas bálticas (Lituania, Letonia y Estonia) y el resto de los países europeos de la OTAN. Y también porque es la que separa a la región de Kaliningrado, un enclave ruso en el Mar Báltico, de Bielorrusia, país este último que, como todos sabemos, es un mero satélite de Rusia.
En estas circunstancias no seria de estrañar que Putin tuviera la ocurrencia de tomar militarmente el también llamado corredor de Suwalki, ya que de esa forma mataría dos pájaros de un solo tiro, uniendo el área de Kaliningrado a Bielorrusia (que es lo mismo que unirla a Rusia) y, lo más importante, aislando por tierra a los tres países bálticos del resto de las naciones de la OTAN.
Defender militarmente de forma preventiva esa línea fronteriza debería ser una prioridad para la OTAN, para evitar males mayores por el expansionismo ruso.
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