No iba a opinar hasta que se pegase el costalazo
sobre la ya de antemano fallida investidura de Feijóo, en la que no he tenido ni tengo el menor interés en los debates. Pero al ver como la prensa derechista se deshace en elogios (dos ejemplos al lado), tanto en noticias como en columnas de opinión (aunque va siendo cada vez más complicado diferenciar unas de otras), he decidido escribir sobre el asunto.
Por como escriben del líder pepero, y ya que periodistas y candidato profesan la religión católica (aunque defiendan el aborto; curiosamente los periodistas de derechas empezaron a defenderlo tras hacer lo mismo Feijóo, lo mismo que los periodistas de izquierdas ahora con la amnistía tras defenderla Sánchez; hay que ser fiel al que te da de comer; pero bueno, esos son otros temas), da la impresión que querrían elevarlo a los altares. Moderado, serio, líder consolidado, aplaudido hasta por Cayetana, euforia en el PP y un largo etcétera de elogios.
Lo dicho, San Alberto, merecedor de que todos vayan a venerarle por la peana, a la espera de que gerosamente les dispense su bendición.
No digo que no le haya salido a Feijóo un buen debate. Incluso muy bueno. Tal vez excelente. Pero de ahí a que pareciera que a Sánchez le quedan cuatro días, como dejan entrever los periodistas derechosos, va un trecho. Porque, ¿cuánto le va a durar a Feijóo este exitazo? Pues hasta el viernes, que será cuando pierda la segunda y definitiva votación.
Y después será la hora de Pedro Sánchez, para bien o para mal. Con toda seguridad para mal, porque cederá todo y más con tal de no ir a unas nuevas elecciones, que con casi total certeza, ahora sí, perdería. Pero es que, so pena de carambola política donde tras las elecciones vascas el PSOE apoye a Bildu para conseguir el Gobierno Vasco y el PNV se vengue apoyando una moción de censura de Feijóo, a Pedro Sánchez le quedan cuatro años por delante (y lo de la carambola, si lo sé yo lo sabe Sánchez, así que seguirá apoyando al PNV en el País Vasco para no perder el Gobierno nacional). Repito, cuatro años. Pueden ser menos, ciertamente, si los independentistas catalanes y los terroristas vascos sacan los pies del tiesto y exigen cosas desmedidas.
O si, por peleas entre ellos (Bildu contra PNV o Junts contra ERC), acaba pagando el pato Sánchez. Pero eso habrá que verlo.
Sánchez ha demostrado que es experto en capear un año a la vez, un mes a la vez, una semana a la vez, incluso un día a la vez. Y así, pasito a pasito, desde la moción de censura ya ha aguantado tres elecciones generales y un montón de derrotas en autonómicas, más las municipales. Y ahí sigue.
¿Y ahora va a llegar Feijóo y se lo va a cargar con un discursito (o dos, o tres, o los que sean)? El de los cambios de opinión tiene el colmillo muy retorcido. Y para que el gallego le gane la partida tendrá que hacer más que enlazar buenas palabras. Tendrá que bajar al barro. ¿Lo va a hacer? Ojalá lo haga y gane. Pero tengo muchas dudas, por su edad y por sus años de comodidad en la Presidencia de Galicia. Personalmente no creo que San Alberto llegue ni a las próximas elecciones generales. Y los periodistas del lado derecho tendrán a otra candidata a quien elogiar. No como santa, pero sí como más probable Presidenta de Gobierno. Que no corren tiempos para santas florituras verbales, sino para sucias luchas cuerpo a cuerpo en el barrizal político. En Madrid ya lo saben desde hace tiempo. En Santiago no lo sé.
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