En la noche del 23-J los peperos montaron su fiesta particular en Génova (la calle
madrileña digo, sede del partido, no la ciudad italiana) para celebrar
que habían ganado las elecciones (ciertamente no hubo histerismos como los de María Jesús Montero en la sede socialista, lo cual es de agradecer). Desde entonces hemos tenido que sufrir, día sí día también, toda una serie de afirmaciones en ese sentido. Nosotros hemos ganado las elecciones porque somos el partido que más españoles han votado, ha sido el lema a escuchar (o leer, en mi caso) cada vez que un político pepero hablaba.
Miren, señores del PP, eso podría haber sido relativamente verdad (repito, relativamente) si en España hubiera una democracia real y después de esa victoria parcial (reitero, parcial) los votantes hubieran tenido la oportunidad de decidir, en una segunda vuelta, quien sería el Presidente de Gobierno, si Mariano Rajoy o Pedro Sánchez (no estoy descubriendo ni inventando nada, por cierto; es lo que sucede, sin ir más lejos, al cruzar la frontera norte de España). Pero en el régimen partidocrático que reina en España los que deciden, si nadie ha conseguido mayoría absoluta, son los partidos políticos votados en la elección de marras.
Se sabía de sobra desde el mismo 23-J que Feijóo no tenía los votos necesarios para convertirse en Presidente. Algunos peperos tenían el sueño de conseguir los votos del PNV. Desde el principio los nacionalistas vascos dijeron que ellos no apoyarían nada que apoyara Vox; así de claro. Pero es que, además, eso hubiese sido un suicidio, con los de Bildu ganándoles elecciones y acusándoles ya (lo hicieron en la pasada campaña electoral) de fascistas. Así que no, nunca hubo la menor posibilidad de ese apoyo, por más que muchos desde dentro no quisieran verlo.
Pero ha habido que esperar a dos votaciones para que los peperos se dieran cuenta de que han perdido las elecciones. Porque en España si no se gana la investidura significa que se perdieron las elecciones. ¿Lo entienden ya? No lo sé. Porque parece que están encantados con ellos mismos, con su santificable líder y con que dan por hecho que ganarán las próximas elecciones. Total, si cuatro años no son nada (sin olvidar que siempre existe la posibilidad de que vuelvan a tirar el penalti fuera).
Por lo pronto, gracias a la derrota pepera, ahora le toca a Pedro Sánchez pactar lo que sea con los que quieren destruir España (secesionistas y filoterroristas) y su democracia y su libertad (comunistas) para seguir en La Moncloa. Y lo hará. Gracias, entre otras cosas, a la incompetencia de Feijóo. A quien había que mandarle de una patada de regreso a Galicia. Por perdedor ante el destructivo Sánchez.
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