lunes, 17 de octubre de 2005

¿Alguna vez España aprenderá algo de Estados Unidos?

Muchas son sin duda las diferencias entre España y Estados Unidos. En este texto quiero mencionar una.

Hace tiempo me hice eco de las abiertas discrepancias de un influyente senador republicano, Chuck Hagel, sobre la política que su compañero de partido, George Bush, está siguiendo en Iraq.

Bueno, pues, en una noticia ya atrasada, el hombre volvió a la carga, provocando nada más y nada menos que el siguiente titular:

Un importante senador repúblicano dice que la guerra de Irak se parece cada vez más al conflicto de Vietnam.

Viene la cosa a cuento porque lo recordé a raíz del lío que se montó en el Partido Popular porque Esperanza Aguirre se atrevió a manifestar su opinión en contra de que el PP presentase recurso de inconstitucionalidad contra la llamada ley del matrimonio gay. Yo estoy totalmente a favor de dicho recurso, pero ¡por favor! que dejen expresarse a quien esté en contra dentro del PP. Aunque, por supuesto, eso es mucho pedir en la España de la férrea disciplina de partido.

¿Y que decir de la disciplina de voto? Porque en Estados Unidos otro ejemplo que me viene a la mente es éste:

El Comité Judicial del Senado respaldó el jueves la nominación del presidente George W. Bush para que el conservador John Roberts sea el jefe del Tribunal Supremo de Justicia de Estados Unidos. ... De los ocho demócratas del Comité, tres votaron por Roberts, junto a los 10 republicanos que también forman parte del panel.

Es decir, que en dicha importantísima votación, de los ocho senadores del Partido Demócrata, tres votaron a favor y cinco en contra. Y no pasó nada.

Y lo mismo sucedió en la votación definitiva del pleno del Senado:

Con 78 votos a favor y 22 en contra, todos de la oposición demócrata, Roberts consiguió el apoyo de más de tres cuartas partes de los 100 miembros del Senado, una cifra mayor de la prevista. ... Al final, 22 demócratas votaron a favor de Roberts e igual número en su contra...

Los senadores demócratas finalmente se dividieron exactamente a la mitad.

¿Podemos imaginarnos una cosa así en España? ¡El diluvio! Sin ir más lejos es lo que parecía cuando Celia Villalobos se atrevió a votar a favor del matrimonio gay.

A lo que hay que añadir los dramas que se montan en el PSOE cada vez que, por ejemplo, Ibarra se atreve a disentir en algo de Maragall, o Guerra de Zapatero.

Lo dicho, Estados Unidos es diferente. Muy diferente. Allí los políticos son responsables ante sus electores, y no ante los partidos. Y pueden mostrar abiertamente sus discrepancias entre correligionarios políticos sin que se monte una crisis en el partido que parezca que se va a venir el mundo abajo.

¿Alguna vez España aprenderá?

2 comentarios:

  1. El problema de la declaración de Esperanza Aguirre respecto a la ley del matrimonio gay, fue que atribuyó la inconveniencia del recurso a razones electorales, no rebatió con argumentos. Puede decir lo que quiera, pero dando razones de peso.

    Lo del PSOE no son disensiones, es que sobre cuestiones básicas unos dicen blanco y otros negro. Que se aclaren entre ellos y que no nos vuelvan locos.

    En USA la importancia del ciudadano individual está por encima de la secta. Por eso no hay tanta diferencia en que ganen republicanos o demócratas. En España, la diferencia de que ganen unos u otros llega incluso al cambio de régimen.

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  2. Los senadores y congresistas americanos pueden tomarse esas libertades porque ante quienes deben esponder en primera instancia es a sus electores y no ante su partido.

    Son elegidos directamente por los electores en circunscripciones individuales, manejan los fondos de sus campañas, los cuales también recaudan, ello les permite un gran margen de autonomía respecto a la dirección del partido, de hecho los partidos americanos (demócrata y republicano) apenas existen fuera de las grandes convenciones.

    Ello es fruto de la organización política instaurada por la constitución americana, y por el sistema electoral mayoritario de circunscripciones uninominales.

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