Dentro de Europa
estamos viendo unos síntomas de decadencia que iba a decir que empiezan a ser alarmantes, pero es que no lo empiezan, es que lo son ya claramente.
Tenemos, para empezar, una decadencia moral de un sociedad que ha aceptado como normal el matrimonio entre personas del mismo sexo, que incita al sexo libre desde casi la niñez y que acepta las relaciones sexuales entre adultos y casi niños.
Seguimos con una decadencia espiritual en un continente que ha renunciado a la espiritualidad, y que ha caído en la superficialidad religiosa o en el claro paganismo.
Y lo anterior se convierte de una decadencia cultural, cuando Europa ha renunciado a sus señas de identidad, particularmente cristianas, para caer en la nada más absoluta, o en un interculturalismo (alianza de civilizaciones lo llamaron algunos) donde la propia herencia occidental se difumina por completo.
Continuamos con una decadencia política, porque se dice creer en la justicia, la libertad y la democracia. Pero no hay justicia cuando el delito queda sin castigo, no hay libertad cuando los injustos imponen sus condiciones, y no hay democracia cuando todo se basa en un juego político donde poco le queda por decidir al ciudadano.
Y terminamos con una decadencia económica, de una infinidad de gentes que han decidido vivir del estado en vez del esfuerzo propio.
Finalizo diciendo que Europa mira a Estados Unidos, esperando ver su caída, pero no se da cuenta que Estados Unidos, quitando la gran mancha de la total libertad para asesinar impunemente a niños no nacidos (pero que, gracias a la lucha de muchos defensores de la vida, podría ser revertida en el corto plazo), está en un resurgimiento moral (por ejemplo, hay grupos que no tienen vergüenza alguna en defender la virginidad, de hombres y mujeres, hasta el matrimonio, y están en aumento), espiritual (hay una renovada busqueda de Dios), cultural (se respetan y enseñan los valores propios), política (se castiga al delincuente, se defiende la libertad y la última palabra es del ciudadano en cuestiones puntutales), y económica (la inmensa mayoría depende del esfuerzo propio y no del estado).
Europa puede pagar toda esta relajación siendo dominada más tarde o más temprano por los musulmanes, una sociedad, la musulmana, injusta, antidemocrática y liberticida, pero que cree en sus valores y los defiende por todos los medios. Ellos, los musulmanes, bien podrían vencer a una sociedad que no cree en nada y que no está dispuesta a luchar por ningún asunto.
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