El liberalismo español no pierde una sola oportunidad de suicidarse. Es lo único que hace bien, posiblemente la única
cosa en la que todos los liberales españoles (la inmensa mayoría, porque es justo reconocer que siempre queda alguna honrosísima excepción) colaboran en perfecta armonía. El suicidio del liberalismo patrio.
Pongamos un ejemplo. Imaginemos que un dirigente socialista, conocidísimo por su corrupción sin límite (incluso se le acusa de montar orgías con chicas de 18 años pagadas con dinero público) y protegido por el gobierno, besa en la boca, aparentemente sin consentimiento, a una chica bastante desconocida hasta ese momento. ¿Qué debería hacer el liberalismo español? Evidentemente poner en público que el socialista de marras había sido protegido por los gobernantes socialistas hasta ese momento. Y atacar a ambos, dirigente y gobierno.
Pues no. He aquí que la inmensa mayoría de los liberales (supuestos o verdaderos, quién sabe) se dedican a defender al corrupto dirigente socialista y a atacar a la chica, dejando de lado la protección gubernamental a ese corrupto.
Evidentemente estamos hablando del beso en la boca de Luis Rubiales a Jennifer Hermoso. Ha sido alucinante ver como mayoritariamente los columnistas de medios liberales españoles se han posicionado defendiendo al corrupto socialista Luis Rubiales y en determinados casos incluso atacando a Jennifer Hermoso.
Solo les ha faltado crear una pancarta con el lema (perdón por el pareado sin intención) liberales con Rubiales. Es increíble ver como los liberales españoles no pierden ninguna ocasión de añadir un clavo más al ataúd de ese liberalismo. En el pasado hicieron una excelente labor para matarlo, pero en el presente siguen esforzándose para que cada día que pasa esté más muerto aún. Y hay que reconocer que lo consiguen.
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