Tradicionalmente el comunismo estaba enfrentado al catolicismo. Eran otros tiempos. Ahora en España la izquierda anda en oscuros pactos con la Iglesia Católica, y
la única que se sale de esa tónica parece que es Ione Belarra. El poder político cochabándose con el poder religioso. Nada nuevo bajo el sol.
El último ejemplo de lo anterior ha sido la muy buscada y conseguida visita de la vicepresidenta segunda del Gobierno de España, Yolanda Díaz, al líder político y religioso católico, el Papa Francisco. El segundo un Papa rojo, por más que se vista de blanco; la segunda una ministra declaradamente comunista, por más que lo intente ocultar con defensas de los trabajadores.
Dicen que ese tipo de audiencias se reservaban a los jefes de Estado o de Gobierno por parte del jerifalte católico, así que todo apunta a que el señor de blanco profesa una particular querencia por la vicepresidenta comunista española.
Dicho artículo, escrito antes del encuentro, nos informaba igualmente de que también es muy esclarecedor el lenguaje no verbal y el rostro con el que Francisco aparezca en las fotografías que facilite el Vaticano, pues son muy conocidas sus instantáneas con aspecto malcarado y de enfado con mandatarios por los que no siente una especial simpatía, como Donald Trump o Mauricio Macri. Pues en ese sentido ha quedado clara su simpatía por la revelación roja de la política española, a quien no ha dejado de prodigar sonrisas.
Y, para rematar la faena, nos enteramos en el mismo sitio que para saber realmente lo ocurrido y el posible éxito o no del encuentro habrá que estar atentos a dos elementos muy clarificadores: la duración de la audiencia y el lenguaje no verbal del Papa. Por hacernos una idea, la cita con Sánchez se prolongó treinta y cinco minutos, ligeramente por encima de lo que suele ser habitual en estos casos, por lo que un tiempo similar o superior indicaría que el Pontífice se ha sentido cómodo. Pues nada, que la simpática comunista ha conquistado (en el buen sentido, entiéndase) al anciano caballero, que la ha dedicado nada más y nada menos que cuarenta minutos de su valioso religioso tiempo.
Todo ese emocionante éxito lo podrá utilizar Yolanda Díaz en su ya indisimulado intento de conseguir llegar a La Moncloa. Lo cual es de sobra conocido por el Papa. Porque fuentes cercanas al Vaticano no descartan que tras la petición de audiencia de Yolanda Díaz se encuentre “un intento de acercarse al electorado católico más cercano a la izquierda”.
Así están las cosas, un Papa católico colaborando para que una comunista probablemente atea llegue a lo más alto en la política española. Como dije, el poder religioso cochabándose con el poder político. Yo te ayudo ahora para que, si llegas a gobernar, tú me ayudes luego. Además de que ambos, la joven política y el anciano religioso, profesan la misma ideología, el comunismo, ella abiertamente, él disimuladamente. Que asco.
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