Vamos por partes, como decía Jack. En Marruecos huelen la debilidad como un tiburón huele la sangre. Y atacan. Solo
hay que recordar como
se aprovecharon de un Franco moribundo para ocupar el Sáhara Occidental. Y desde entonces Marruecos ha buscado que la comunidad internacional reconozca dicho territorio como parte del país.
Cuando el Gobierno español acogió a Brahim Ghali, líder del Frente Polisario, para tratarle médicamente del covid, intentando ocultárselo a Marruecos, dicho país montó en cólera, retiró a su embajadora, y dejó pasar a España a todo el que quiso. Lo de las playas llenas de inmigrantes ilegales al final se resolvió (muchos se quedaron, claro), pero las pateras han seguido llegando a Canarias y la crisis diplomática seguía sin resolverse.
Evidentemente lo de Ghali fue una enorme estupidez del Gobierno español, que debía haber mandado al sujeto a un tercer país. Algo que Marruecos aprovechó perfectamente, no tanto por el hecho en sí (que también), sino porque era la oportunidad deseada para presionar a Pedro Sánchez, cuya debilidad gubernamental por todos lados al frente de España es de sobra conocida.
Como en política exterior no existen ni amigos ni enemigos, sino intereses, yo personalmente he creído que España debía haber llegado a un acuerdo con Marruecos para reconocer la soberanía de dicho país sobre el Sáhara Occidental a cambio de que Marruecos reconociera la soberanía de España sobre Ceuta y Melilla. Porque hemos de recordar que dichas ciudades no están bajo el paraguas de la OTAN, así que si un día Marruecos las ataca, España deberá defenderlas ella solita.
Pero nos encontramos con que Pedro Sánchez ha dado un giro copernicano respecto a la cuestión, cambiando la posición de España durante 47 años, que venía siendo que los saharauis debían decidir en referéndum, para olvidarse de la consulta y aceptar que sea una provincia marroquí con un cierto grado de autonomía. ¿Y ello a cambio de qué? Pues parece que a cambio de restablecer las relaciones entre ambos países y de que Marruecos se comprometa a controlar la inmigracion ilegal proveniente de su país. ¿Algo más? Pues parece que no. Porque Marruecos no menciona para nada Ceuta y Melilla.
Y, por otro lado, España ha incomodado enormemente a Argelia, que tiene serios problemas con Marruecos y que es aliada del Frente Polisario y firme defensora de que el Sáhara Occidental se convierta en un país soberano. Y de donde proviene el 38% del gas natural que consume España.
Y también ha incomodado a sus socios de Gobierno de la extrema izquierda podemista, totalmente prosaharauis.
Hasta aquí un resumen de los hechos. Vamos brevemente con las valoraciones.
Nuevamente Marruecos se sale con la suya en un pulso con España. Como siempre. Ahora España asume la posición marroquí respecto al Sáhara Occidental a cambio de lo que ya existía antes de la crisis de Ghali, pero sin que Marruecos asuma la posición española respecto a Ceuta y Melilla.
El enorme cambio de posición de España podría entenderse porque Pedro Sánchez esté intentando agradar a Estados Unidos, de quien el Presidente de España se ha esforzado en ganar su favor, hasta ahora infructuosamente. Porque los americanos ya reconocieron la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental en la época de Trump, algo que Biden ha mantenido. También porque, claro, ha cedido al chantaje marroquí de la crisis diplomática y de las pateras. Y, mucho ojo a esto, del miedo a que hubiera otro tema como la invasión por parte de Marruecos del Islote de Perejil, algo que pondría a Sánchez en una posición extremadamente difícil.
Ahora queda pendiente como España va a resolver el conflicto diplomático con Argelia. Y si la crisis recién comenzada con este país va a afectar al gas que recibe. Porque en el aire flota la pregunta de si Argelia estaba al corriente de los pasos españoles respecto al cambio de opinión sobre el tema saharaui. Evidentemente, como actor implicado en el conflicto, debería ser así. Pero con Sánchez en el Gobierno, sus permanentes cambios de opinión y su amateurismo en política exterior nunca se sabe.
Y también (como detalle menor, eso sí) está por ver como va a afectar a la estabilidad gubernamenta con Unidas Podemos. Y digo como detalle menor porque preveo que no pasará nada más allá de las quejas a las que nos tienen acostumbrados los podemistas. Los sillones y los sueldos por encima de los principios (reforma laboral, envío de armas a Ucrania y ahora esto).
En el futuro cercano (días para unas cosas, semanas para otras) iremos sabiendo más de todo esto y viendo como se desarrollan los acontecimientos. Pero a mí, a bote pronto, poniendo los intereses de España por delante, me parece que Pedro Sánchez ha entregado mucho para recibir a cambio solamente unas migajas. Porque el centro de la cuestión debió ser Ceuta y Melilla. Algo que todo apunta a que se ha dejado bastante de lado. Triste.
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