Me preguntaba yo ayer si tal vez Pedro Sánchez ha puesto las luces largas en el tema del giro en el reconocimiento del Sáhara Occidental como marroquí de facto. Hoy, en cambio, me pregunto si tal vez el vuelo sanchista es gallináceo.
Porque de todos es sabido como se las gasta el vecino del lado sur cuando se le incomoda, y como ejemplo está la invasión militar de la Isla de Perejil. Y estoy seguro de que Sánchez temía que, con la crisis diplomática entre España y Marruecos de por medio y su evidente debilidad política al frente del Ejecutivo español, el rey marroquí podía hacer cualquier cosa. Repito, cualquier cosa. Desde invadir alguna de la plazas menores hasta incluso atreverse con Ceuta y/o Melilla.
Así que es posible que el presidente español, para salir de esa posible amenaza, optara por algo que sabe hacer a la perfección, darle una patada al balón para adelante y ya veremos después. Con Sánchez nunca se sabe.
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