No tengo ningún tipo de admiración por el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. Me pareció un oportunista antes de la guerra y me
lo sigue pareciendo durante la misma. Se le admira por no haber huido del país, pero él se mantiene a salvo en Kiev. Veremos lo que sucede en el caso de que, ojalá que no, las tropas rusas tomen la capital.
Mientras tanto ha pronibido salir del país a los hombres entre 18 y 60 años y impuesto un alistamiento obligatorio para luchar contra las tropas rusas, lo cual es una auténtica barbaridad, porque a nadie se le puede obligar a luchar, a riesgo de su vida, por algo que no quiere, ni tan siquiera en tiempos de guerra.
También ha unificado todas las televisiones del país, tanto públicas como privadas, en un claro intento de censura informativa y de control de todo lo que la población sepa.
E igualmente ha suspendido la actividad de al menos once partidos políticos en la nación, por lo que se habrá quedado sin oposición política.
Las tres iniciativas mencionadas atentan contra las libertades individuales. No se puede argumentar que son justificables porque están en tiempos de guerra. La libertad debe seguir siendo respetada incluso en medio de la guerra. Lo que leo me lleva a la conclusión de que Zelenski es un liberticida.
Evidentemente prefiero a este sujeto que a Putin, un liberticida aún mayor, además de asesino y criminal de guerra. También porque Zelenski al fin y al cabo dirige a su pueblo en contra de la criminal invasión putinesca, totalmente injustificada se mire por donde se mire. Pero eso no exime al presidente ucraniano de sus inaceptables ataques a la libertad.
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