miércoles, 8 de junio de 2022

Me pongo una falda y me meto en el baño de las mujeres

La idea de los defensores de que uno puede tener el género que desee es tan estúpida que choca con el más básico sentido común. Sobre todo en lo que respecta a hombres que quieren ser mujeres. Ya estamos viendo los estragos que ello está causando en el mundo del deporte femenino, donde estos hombres convertidos en mujeres tienen enormes ventajas físicas sobre las mujeres nacidas mujeres. He leído que en la cárceles femeninas está habiendo problemas con esos hombres transexuales, que van allá para buscar tener relaciones sexuales con las mujeres. Y, lo más basico, con esa filosofía cualquiera puede medio disfrazarse de mujer (el clásico travesti de siempre) y meterse en el baño de las mujeres con unas más que oscuras y evidentes intenciones.

Si seguimos en esa línea, en sociedades como las occidentales actuales, donde las mujeres tienen ciertos privilegios sobre los hombres (laborales, sociales, etc.) no serán pocos los hombres que, a través de una fingida transexualidad, se declararán mujeres para beneficiarse de esos privilegios.

La pregunta que hace el feminismo de ¿quién es una mujer? ha de tener una respuesta clara para saber quién es el sujeto de los derechos de los mujeres. Porque si la pregunta es una mujer es aquella persona que se sienta mujer, entonces el sujeto de los derechos queda tan difuminado que cualquier hombre puede acceder a esos derechos. Y, lo que es peor, en muchos casos (como el deportivo) en detrimento de los derechos de esas mismas mujeres.

Lo que estamos viendo no es una defensa de los derechos de los transexuales de hombre a mujer, derechos que ya tienen garantizados, sino una defensa de privilegios de esos transexuales en detrimento de las mujeres.

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