lunes, 6 de noviembre de 2006

Que pequeño es el hombre, que grande es Jesús

El líder cristiano evangélico estadounidense, Ted Haggard, que presentó su dimisión después de que una investigación de su iglesia le encontrara culpable de "conducta sexual inmoral" por un escándalo homosexual, ha reconocido públicamente que sí mantuvo relaciones con un hombre, pese a que siempre se mostró contrario al matrimonio homosexual.

Sin duda terrible. Aunque terrible ha sido también con toda seguridad la crisis personal que este hombre ha vivido durante la mayor parte de su vida, luchando entre lo que que está convencido y una práctica que abomina pero que le superaba:

"Soy culpable de inmoralidad sexual. Soy un mentiroso y un embustero. Hay una parte de mi vida que es muy oscura y repulsiva, y llevo combatiendo contra ella toda mi vida adulta".

Siempre que un suceso de estas características ocurre pienso lo mismo: Que poco es el ser humano, sea quien sea, esté en la posición que esté. Y que grande es Jesús en comparación con cualquiera de nosotros.

2 comentarios:

  1. Lo malo es que siempre habrá gente que se aproveche de estos sucesos, no para reconocer la grandeza de Dios ante la pequeñez de los hombres, sino para atacar a la iglesia.
    En este último caso no se ve lo pequeño que es el hombre, sino lo miserable que puede ser.


    "Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltara, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca;
    respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor que lo quite de mí.
    Y me ha dicho: "Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad". Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
    Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte".
    (2ª Corintios 12:7-10)
    Dominus Iesus

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  2. Alejandro de llano, querido amigo, me entristece que alguien tache con tanta ligereza de miserable a otro hombre y me sorprende todavía más que ese hombre se digne a hablar de Dios, de su Dios, tres líneas más arriba.

    Yo no sé quién es Dios. Intento adivinar el porqué de tanta tragedia en el mundo de tanto sufrimiento. Y al final sigo sin saber quién es Él.

    Sólo sé que este hombre no es miserable por haber mantenido relaciones sexuales con otro hombre. No es impuro, ni malo, ni un vicioso: es humano. No es débil por tener esos deseos y sentimientos. Él no ha elegido que le gusten los hombres, al contrario, lo padece día y noche porque no lo entiende. Porque no lo acepta. No entiende por qué él no es como el resto. Incluso ha llorado. Porque defiende firmemente algo que le anula como ser humano. Su vida es una constante lucha entre lo que le han enseñado (y cree vehementemente) y lo que siente.

    Él ha sufrido mil batallas cada noche. Ha sangrado un millón de veces. Se ha odiado otras tantas. Me pregunto cúantas batallas has vivido tú para opinar así sobre otro ser humano al cual desconoces. Y aunque lo conocieras... él no es más que un pobre alma errante, perdida en el mundo, buscando su sitio. Exactamente igual que tú. Exactamente igual que yo.

    ¿Quién dijo que no era lícito mantener relaciones homosexuales? No fue Jesucristo. ¿Quién fue, la Iglesia quizás?
    ¿Y quién ha decidido suicidarse de cuello para arriba y dejar que respondan por él a las preguntas que se hizo y que se hace cada noche.? Es una decisión personal.

    Yo difiero en tu forma de ver las cosas. No creo que estés en posición de juzgar a este pobre hombre ni a nadie. Más que nada porque si existe algún Dios estoy seguro de que no toleraría esa bajeza y de que acogería en su grandeza a esta pobre alma vendida.

    Amén.

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