Los medios de comunicación españoles en general se refieren a los policías estadounidenses como una especie de psicópatas que van por ahí disparando a todo el que les cae mal (sí, lo sé, estoy exagerando).
Bueno, pues, a pesar del uso obligatorio en todo el estado de Texas de la mascarilla (bajo amenaza de advertencia escrita la primera vez y una multa de hasta 250 dólares las siguientes), en el pueblo cercano a Houston en el que vivo aún no he visto a ningún policía en los repletos supermercados (en la calle caminando casi no hay nadie) a la caza y captura de los desmascarillados, a diferencia de lo que leo que sucede en España.
Cierto es que la gente se está comportando responsablemente y más del 95% (menos de 1 en 20 no la llevan, seguro) de las personas llevan la mascarilla. Igual que cierto es que no nos sentimos vigilados y reprimidos por el Gran Hermano. Al menos yo, al menos por ahora.
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