Menciono Bolivia porque viví allí por tres meses en el año 1992. Y desde entonces hasta ahora el país no ha mejorado lo más mínimo. Puede ser que haya empeorado. Solo hay una palabra para definir lo que pasa allí a nivel sanitario (y a otros niveles, pero ese es otro tema): un desastre.
Estuve en Nicaragua por una semana hará unos diez años. He visitado varias veces México. Y el desastre a nivel de organización sanitaria es semejante al de Bolivia.
El coronavirus debe campar a sus anchas por esos países. Las estadísticas de contagios y muertes de dichos sitios deben ser, por decir algo, una cosa puramente simbólica. Los números reales serán sin la menor duda infinitamente mayores a los oficiales, pero imposibles de conocer.
En Bolivia la higiene simplemente no existe en la mayoría de las áreas. Zonas de viviendas (es un decir, son habitáculos de una sola habitación) sin energía eléctrica, agua corriente ni alcantarillado se amontonan a las afueras de las grandes ciudades. En cada una de esas casitas básicas se hacinan entre seis y doce personas (padres, hijos -muchos-, abuelos, y a veces etc.). No os comento las condiciones sociales de vida ahí dentro. Pero a nivel higiénico lo resumo con un número: cero.
A nivel de país las medidas de prevención deben ser inexistentes. Hablar de mascarillas o pruebas PCR tiene que ser pura ciencia-ficción. Por no mencionar la distancia social en los medios de transporte.
Repito, en esas condicines la transmisión de una enfermedad tan contagiosa como el covid-19 tiene que ser masiva.
Por ello abrir las fronteras incondicionalmente a esos países solo tiene otra palabra: una barbaridad. Estoy convencido de que en cualquier avión procedente de Bolivia tiene que haber una cantidad de enfermos del coronavirus cercana al 25%. Eso quiere decir que en un vuelo de, pongamos, 400 personas, 100 pueden llegar con covid-19. Bien, supongamos que exagero y solamente llegan un 10% enfermos: 40. Y en Bolivia todo el mundo sabe las trampas que hay que hacer a la hora de viajar. O sea, que se estarán tomando parecetamol desde el día anterior al vuelo para enmascarar la fiebre.
¿Hay solución? Bueno, siempre la hay. La primera, cerrar las fronteras a países del tercer mundo. Y si eso no se quiere, hacerles pruebas PCR antes de volar. Y no, no bastaría con un certificado de una prueba PCR negativa, porque esos certificados (al menos en Bolivia, caso que, repito, conozco; y no creo que en los demás países sea muy diferente) se deben poder comprar por alrededor de 20 o 40 dólares.
Lo que desde luego es una auténtica barbaridad es abrir las fronteras a países que no tienen ningún control sanitario. Barbaridad que va a tener consecuencias. Que ya las está teniendo.
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