Siempre lo he dado por seguro, pero después del texto que escribí sobre las memorables citas del no menos memorable padre del nacionalismo vasco, Sabino Arana, mi seguridad se ha redoblado. El nacionalismo vasco no se basa en un hecho positivo, sino en el odio a lo español. Aquí van un par de ejemplos:
«En el odio al español como invasor, andamos muy cortos los bizkainos patriotas de hoy, comparados con aquellos de otros siglos que en su idioma llamaban extranjeros a los españoles y los recibían a flechazos y a tiros».
«Si a esa nación latina la viésemos despedazada por una conflagración intestina o una guerra internacional, nosotros lo celebraríamos con fruición y verdadero júbilo, así como pesaría sobre nosotros como la mayor de las desdichas, como agobia y aflige al ánimo del náufrago el no divisar en el horizonte ni costa ni embarcación, el que España prosperara y se engrandeciera».
Cuando uno lee semejantes cosas se le ponen los pelos de punta, no por la brutalidad de un personaje del pasado, que debería haber sido meramente anecdótico, sino porque bastante más de la mitad de la sociedad vasca sustenta sus ideas en dicho elemento; y porque, lo peor de todo, el comportamiento de ellos del presente va totalmente acorde con las ideas del personaje, tanto la forma de actuar de los que asesinan, como la de los que los apoyan, como la de los que miran hacia otro lado.
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