Le teoría jurídica, de la primera clase de Derecho, es que nadie está obligado a demostrar que es inocente, sino que quien acusa está obligado a demostrar la culpabilidad.
Y digo teoría, y digo bien, porque parece que hay casos en que no se lleva a la práctica.
Porque resulta que la primera ministra finladesa se fue de fiesta, la grabaron en la misma, y con alguien que decía algo como «raya de harina», que se podía interpretar como relacionado a la cocaína. Pero ni a Sanna Marin (así se llama ella; está en las fotos) se la vio en el vídeo (dicho sea de paso, no lo he visto, pero por las fotos no parece tampoco muy escandaloso, lo típico de la juventud) consumiendo droga de ningún tipo, ni a nadie que lo hiciera en su presencia.
Pues la cosa cogió tal vuelo político que esta señora se ha visto obligada a la barbaridad de tener que demostrar su inocencia, haciéndose un análisis de drogas, en el que ha dado negativo.
Ignoro el partido político de esta mujer, pero en el caso presente me da igual. Defiendo que los políticos deben tener unas normas éticas que vayan más allá de lo judicial. Pero no hasta este grotesco extremo. Nadie debería estar obligado a demostrar que es inocente. Ese camino es sumamente peligroso y su final absolutamente desconocido, pero sin duda nada bueno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Después de siete días de la publicación de un artículo todos los comentarios necesitan aprobación.