Los jóvenes gallegos viajaron a Francia para ver una película que no podían ver en España. Coincidieron en una discoteca con unos etarras, que les tomaron por policías. Les secuestraron, les torturaron salvajemente para obligarles a confesar y cuando finalmente se dieron cuenta del error cometido les asesinaron, enterrándoles posteriormente en algún lugar que se desconoce. La historia es simplemete espantosa.
Y ahora, a través de la Ley de la Memoria Histórica, Pedro Sánchez va a rehabilitar, a causa de sus cochinos pactos con los filoterroristas de Bildu, al jefe del comando que cometió el incalificable crimen por el hecho de que fue asesinado por los GAL. Miserable y despreciable es poco.
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