Cuando Pedro Sánchez nació Benjamin Netanyahu tenía 22 años. No parecen muchos, ciertamente. Pero resulta que el israelí se
unió al ejército de su país cuando contaba 18 años... durante la Guerra de los Seis Días, actuando de tal modo que, y cito:
...se convirtió en jefe de una unidad de fuerzas especiales Sayeret Matkal. Participó en muchas misiones, inclusive la operación Infierno (1968), la operación Regalo (1968) y la operación de rescate del secuestro del Vuelo 571 de Sabena (1972), durante la cual recibió un disparo en el hombro. Luchó en el frente de batalla en la guerra de Desgaste y de la guerra de Yom Kipur en 1973, participando en las incursiones de las fuerzas especiales a lo largo del Canal de Suez y dirigiendo luego un asalto de comando dentro del territorio sirio. Alcanzó el grado de capitán antes de ser dado de baja.
Cuando participó en la Guerra de los Seis Días, en la Operación Infierno, en la Operación Regalo y en la Guerra de Desgaste entre Israel y Egipto Sánchez no había nacido. Cuando intervino en la operación de rescate del secuestro del Vuelo 571 de Sabena Sánchez tenía dos meses. Cuando peleó en la terrible Guerra del Yom Kipur el español contaba con poco más de un año y medio. Después de esa guerra abandonó el ejército israelí con el grado de capitán.
Puedo asegurar sin temor a equivocarme que Netanyahu sabe lo que es matar, ver morir a compañeros y estar él mismo cerca de perder la vida. Porque...
Se formó como un soldado de combate y se desempeñó durante cinco años en una unidad de fuerzas especiales de élite de las FDI, Sayeret Matkal. Participó en numerosas incursiones de asalto transfronterizas durante la Guerra de Desgaste (1967-1970), llegando a convertirse en un líder de equipo en la unidad. Fue herido en combate en múltiples ocasiones.
E incluso...
...luchó en las fuerzas especiales en redadas a lo largo del canal de Suez contra las fuerzas egipcias, antes de liderar un ataque de comando en lo profundo del territorio dentro de Siria, cuya misión permanece clasificada en la actualidad.
Después de todo eso terminó sus estudios universitarios en Estados Unidos en 1976 y trabajo en varias empresas privadas hasta 1982 (recordemos, Sánchez tenía entonces 10 años), para posteriormente ejercer como diplomático hasta 1988, año en el que, con 39 años de edad y un historial militar, educativo, empresarial y diplomático, entró en la política (volvemos a recordar, el actual líder español era por ese entonces un jovencito de 16 años).
¿Y ahora Sánchez se atreve a ir a Israel, tarde y mal, a escupir política y diplomáticamente a Netanyahu en la cara? ¿A llamarle asesino desde Egipto, tras haber visto las atrocidades que los canallas de Hamás perpetraron en Israel hace solamente un mes? ¿A decirle que tiene que parar de defenderse y permitir que los terroristas que perpetraron esas atrocidades que Sánchez vio se salgan con la suya?
¿Con quién se cree Sánchez que está tratando? ¿Con Feijóo en un debate en el Congreso de los Diputados?
Sánchez se ha equivocado por completo, ha cometido un error máximo, ha hecho un disparate descomunal. En España Pedro Sánchez puede ser alguien importante, pero para Netanyahu no es más que un imberbe mimado sin experiencia en la vida real. El líder israelí sin la menor duda ha pasado (y vencido, por eso está vivo) por situaciones que Sánchez ni puede imaginar y que si él tuviera que pasar por alguna lo más probable es que se dejase la vida en el intento... después de haber ensuciado su ropa interior. Y eso, que Sánchez ignora en su orgullo, vanidad y prepotencia, Netanyahu lo sabe de sobra, en su realismo guerrero, empresarial, diplomático y político.
Pedro Sánchez se ha equivocado esta vez de enemigo. Hasta ahora siempre ha sabido ser débil con los fuertes y fuerte con los débiles. Por eso, torticeramente, ha salido adelante en política. Pero en este momento se ha enfrentado con uno que es infinitamente más fuerte que él. Y a quien, a diferencia de los mediocres políticos españoles, no le tiembla el pulso para tomar medidas contra sus adversarios, sean estos quienes sean, se llamen como se llamen.
Netanyahu, por ejemplo, ha tomado decisiones en contra de la voluntad expresa de su mayor aliado en el mundo, Estados Unidos. ¿Y va a tener algún reparo en actuar en contra de España si lo considera oportuno, representada en este caso por un principiante de manual comparado con él?
Abróchense los cinturones, que vienen curvas. Netanyahu no es Feijóo.
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