martes, 21 de noviembre de 2023

¿Y si Sánchez es un genio y al final no les da nada (o muy poco)?

Todos, incluido el que escribe estas líneas, damos por sentado que Pedro Sánchez está en manos de una cuadrilla
de elementos políticos indeseables (podemitas, soberanistas vascos, terroristas, sediciosos secesionistas y fugados de la Justicia, ahí es nada) que le van a obligar, bajo chantaje de hacerle perder el poder que tanto ama, a hacer concesiones que en la práctica van a hacer pedazos el Estado de Derecho, la igualdad entre españoles y puede ser que hasta la misma España.

¿Y si no fuera así? Sabemos que Pedro Sánchez es un mentiroso. No un mentiroso compulsivo, como algunos dicen, sino un mentiroso que no tiene el más mínimo reparo en decir cualquier cosa en un momento dado, independientemente de que haya asegurado lo contrario en un tiempo pasado, lejano o cercano, con la única condición de que lo que asegura en el momento presente le beneficie. En lo único que cree es en su propio beneficio personal, pasando por encima de todo y de todos (amigos, aliados, adversarios y mediopensionistas, le da igual; ya lo ha demostrado).

Partiendo lo anterior cabe la posibilidad de que vea que ceder indefinidamente a las pretensiones de sus chantajistas le va a costar el poder dentro de cuatro años. Podría ser, por lo tanto, que, tras sacar adelante los Presupuestos del año entrante (no le queda más remedio), diera largas a las promesas a sus variopintos aliados durante todo el año próximo, para romper con ellos a finales del mismo, prorrogar los Presupuestos y convocar elecciones en 2025 (¿julio de nuevo?, jaja, le dio resultado hacerlas en verano), lanzando los dados otra vez, confiando en que su suerte le proporcione mejores números que los actuales.

Evidentemente algunas cesiones ya ha hecho, la mayor de ellas es la amnistía. Pero incluso esta ley podría ser frenada de alguna forma (Senado, jueces, TC, UE) para que no entre en vigor antes de las siguientes elecciones. Y otras cesiones tendrá que hacer, pero tal vez de mucho menor calado que la ruptura explícita (implícita lo llevamos viendo desde hace muchos años, incluso antes de la presente época sanchista) del Estado de Derecho y de España.

¿Política-ficción? Puede ser. Pero Sánchez es un auténtico trilero. Con todos.

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