Pedro Sánchez interrumpió sus vacaciones en la isla canaria de Lanzarote para hacer una visita oficial en la isla de La Palma, un viaje que realizó, ida y vuelta, en el avión Falcón en algo más de una hora y media, avión que movilizó en vacío desde la base aérea de Torrejón de Ardoz, en Madrid, en un vuelo de ida de algo más de dos horas y cuarto, y en un vuelo de vuelta de dos horas. En total algo más de cinco horas y tres cuartos.
El coste en combustible (dejamos de lado el obligado desgaste del aparato) del Falcon es de 5.600 euros por hora en vuelo (más lo que cuesta la movilización en pista, despegues y aterrizajes, cuatro maniobras en total; y, claro, los costes de la tripulación), lo que supone que solamente en vuelo la aeronave gastó 32.200 euros.
Por cierto, dicen los expertos que estos aparatos son sumamente contaminantes, provocan un daño importante en la capa de ozono y tendría un gran efecto negativo para el cambio climático.
Y luego el Presidente de Gobierno, con el único sacrificio personal de quitarse la corbata un ratito (para mí más que un sacrifio es una supercomodidad, pero bueno), pide a todos los españoles que ahorren energía y obliga a ello a los dueños de tiendas. Cuando, ya que dijo dar ejemplo con la payasada de la corbata, podía haber hecho este viaje en vuelo regular. Pero no, Su Sanchidad puede, porque es, como tanto recalca, el Presidente de Gobierno. Y los demás sus súbditos.
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