Menuda se ha montado por el hecho de que Eva Amaral decidió mostrar sus senos en un concierto. Y lo hizo, dicen, como una reivindicación política por la libertad de las mujeres. Algo que, como no podía ser de otra manera, ha sido muy aplaudido por toda la izquierda patria.
Nada que ver con lo que pasó cuando Chanel decidió mostrar parte de su trasero (repito, parte) en su intervención en el festival de Eurovisión, que fue criticado porque era una sexualización que cosificaba a la mujer (o algo así).
¿Y mostrar los senos no lo es? Es evidente que habrá hombres (y algunas mujeres) a quienes les gustará eróticamente más unos pechos que un trasero, otros al revés, un grupo que ambos y algunos que pasarán del tema. Cada cual es cada cual y tiene sus gustos, evidentemente.
¿Y entonces por qué está bien, y es un acto de libertad, enseñar los pechos, mientras que está mal, porque es un acto de erotismo, enseñar parte del trasero? Pues claro, porque la izquierda lo dice. Porque la izquierda sabe lo que está bien y lo que está mal, y qué es lo que debe enseñarse y lo que no.
De lo que hablamos es de nada más y nada menos que de unos censores de tomo y lomo. De una nueva moralidad, dictada por izquierdistas que deciden, en base a sus criterios totalmente subjetivos, lo que está bien y lo que está mal para los demás. Son los nuevos guardianes de la moral.
Hablaban (y hablan) de libertad y en realidad no pasan de ser unos pequeños dictadorzuelos de nuevo cuño llenos de complejos a los que les da pánico dejar que las personas hagan lo que les apetezca con sus vidas, siempre que no afecte a las vidas de los demás.
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