Lo leo y no lo creo. Estaban predicando en el metro de Valencia con un megáfono, alguien que no formaba parte de su grupo les parodia con un grito de "vamos a morir" o semejante... y les culpan a ellos, les detienen, pasan una semana en prisión, salen bajo fianza, están obligados a personarse una vez por semana en el juzgado y están procesados por un delito de desórdenes públicos agravados que conlleva una pena de entre uno y seis años de cárcel.
La oportunidad de la predicación y el estilo de la misma es opinable (yo no la hubiera hecho). El hecho de usar un megáfono para obligar a la gente a escuchar algo que posiblemente no deseaban puede ser cuestionable desde el punto de vista de la libertad individual (nadie está obligado a escuchar lo que no desea). Pero desde luego lo que es una auténtica barbaridad es que les acusen de los citados desórdenes públicos agravados sin ninguna prueba y que por ello se hayan visto obligados a pasarse una semana en prisión.
Si eres un delincuente habitual de poca monta el juez te pone en libertad al día siguiente de la detención. Pero si eres un evangélico predicando y se monta un pánico colectivo por la "gracia" de otra persona entonces te pasas una semana en prisión e intentan que te condenen a la misma por hasta seis años. Eso pasa en la España de la "libertad" religiosa.
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