Hace algún tiempo publiqué dos mapas que resumen el cabreo que tiene Putin con Occidente en general y con la OTAN en particular. Está claro que la meta del ruso es hacer todo lo que esté en sus manos (absolutamente todo) para debilitar cuanto sea posible tanto la Unión Europea como la OTAN. Para lo primero tenemos claros ejemplos como su apoyo al Brexit y a la independencia de Cataluña. ¿Y para lo segundo? Es aquí donde entra la figura del actual Presidente de Estados Unidos, Doanld Trump, algo sobre lo que escribí hace un par de meses.
Por primera vez en la Historia de Estados Unidos este país tiene como Presidente a un hombre que está en manos de un líder de una potencia extranjera rival de esta nación. Trump le debe un enorme favor a Putin (el ataque informático a los ordenadores del Partido Demócrata durante la campaña de las elecciones presidenciales) a la vez que está sometido a un enorme chantaje por él (el ruso posee un vídeo en el que se ve al americano en una orgía sexual con prostituas cuando viajó a Moscú en 2013, que de hacerse público le haría caer). Es por ello que Trump, quien ha despotricado (y usando para ello a veces palabras francamente lamentables) de practicamente todos los líderes mundiales y nacionales, nunca ha osado decir una mala opinión sobre Putin.
Todo lo anterior, como ya he dicho anteriormente en este blog, si yo lo sé lo saben muchísimo mejor y con muchísima más antelación todos los líderes políticos en Washington D.C., tanto demócratas como republicanos, los cuales, por supuesto, no quieren tener en la Casa Blanca a un pelele de Putin. A lo que hay que sumar que Trump se ha esforzado mucho en conseguirse muy buenos enemigos. Y lo ha conseguido. Todos los políticos en el Partido Demócrata le detestan, por supuesto; a lo que hay que sumar que es igualmente detestable para al menos la mitad de los políticos del Partido Republicano.
Si hubiera una sola oportunidad de que Tump saliera de la Presidencia (por dimisión o por impeachment) estoy seguro de que tanto demócratas como republicanos aprovecharían gozosos la ocasión. Los primeros tendrían a Trump fuera de la Casa Blanca, mientras que los segundos la verían ocupada por Mike Pence, siendo el Vicepresidente un político predecible con un carácter estable (en lugar de Trump, que es exacamente lo opuesto, totalmente impredecible y con un carácter completamente variable).
A todo lo anterior hay que añadir un detalle de suma importancia, que el investigador especial Robert Mueller está persiguiendo, sin prisa pero sin pausa, la meta de descubrir un error (uno solo) en la vida de Trump que le permita llevarle a juicio. Si lo consigue tanto demócratas como republicanos no desaprovecharán la ocasión para forzar la salidad de Trump como Presidente de Estados Unidos.
Y es lo que creo que va a pasar. Trump es lo suficientemente deshonesto para haber cometido hechos fuera de la ley. E Igualmente lo suficiente necio para haber dejado pistas. Es cuestión de tiempo que Mueller le descubra y que demócratas y republicanos lo aprovechen para ajustar cuentas con él. Sucederá. Más tarde o más temprano. Y creo que estamos más cerca de lo segundo que de lo primero.
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