El artículo pone los pelos de punta. No solamente por los ¿avances? de la ciencia en el campo de saber lo que una persona piensa y de poder influir en su toma decisiones, sino sobre todo por la ingente cantidad de miles de millones que empresas privadas y gobiernos (especialmente el chino) están invirtiendo en este tema.
La humanidad se enfrenta a algo que parece de ciencia ficción, pero que ya no lo es: “A corto plazo, el peligro más inminente es la pérdida de privacidad mental”, advierte Rafael Yuste [neurocientífico español, catedrático de la Universidad de Columbia (EE UU)]. Ojo, recalco esta expresión del neurocientífico: a corto plazo.
Otro dato que, repito, pone los pelos de punta: Neuralink, una compañía que implantará finísimos hilos en el cerebro de sus usuarios para aumentar sus competencias.
Estamos hablando de, entre otras cosas, saber lo que una persona piensa y poder influir directamente en su toma de decisiones. Repito, entre otras cosas. Con todo lo que ello implica, sobre todo para que los gobiernos puedan controlar los pensamientos y las decisiones de sus gobernados (y las empresas de sus trabajadores).
A todo el que le interese el tema le recomiendo la lectura del artículo con toda calma.
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