El PP intentó presionar a Vox en Castilla y León para que aceptaran de alguna forma quedarse fuera del Gobierno, pero los ultraderechistas no se achicaron. Como sus resultados ahora eran prácticamente los mismos que los de Cs antes (los del PP fueron también casi clavados), exigieron que los peperos les dieran a ellos lo mismo que les habían dado a los centristas. Eso o votarían en contra y habría que ir a nuevas elecciones. Que el PP, por su amarga victoria en la autonomía y su profunda crisis a nivel nacional, podía perfectamente perder. Así que al final Mañueco se achicó y le dio a Abascal lo que quería (algo evidente desde hace un mes).
Los medios de izquierda y de extrema izquierda están que se suben por las paredes. Hasta el mismo Sánchez, con la ley del embudo en la mano, se muestra enfandado con el tema.
Dicho todo lo anterior añadiré que no me gusta ver llegar a un gobierno autonómico a Vox, que es extrema derecha pura y dura, de la mano del PP. Pero igual que tampoco me gusta ver a comunistas, que son extrema izquierda igualmente pura y dura, desde hace décadas en gobiernos autonómicos y, lo que es peor, desde hace dos años en el Gobierno nacional, de la mano del PSOE. La derecha haciendo lo mismo que la izquierda. Punto.
Porque cada cual pacta con quien buenamente puede, con quien tiene más cerca ideológicamente. Por eso es tan necesario un partido centrista en España, que actuara con sus pactos como la famosa bisagra, para moderar tanto a los derechistas del PP como a los izquierdistas del PSOE. Pero como eso, por ahora, no puede ser, pues lo que hay son estos extremistas. Comunistas desde hace mucho. Y voxeros ahora.
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