Como ya he dejado
escrito por aquí, es muy fácil acertar la quiniela el lunes. Pero seguiré en el ejercicio, intentando analizar las razones de la derrota de PP y Vox en las elecciones generales. Y digo derrota y digo bien, porque aquí no gana el que más escaños suma, sino el que gobierna.
Fue interesante ver el empeño que se tomaron en el PP de demonizar constantemente a Vox, acusándole de todo. Hasta el punto de que Feijóo dejó totalmente claro que prefería un acuerdo con el PSOE que con Vox. ¿Alguna vez escucharon alguna crítica de alguien del PSOE a Sumar? ¿Dijo alguna vez Sánchez que prefería un acuerdo con el PP antes que con Sumar? Viene muy a cuento recordar la perfecta sintonía en el debate a tres entre Pedro y Yolanda. Mientras tanto Feijóo se dedicaba a machacar todo lo que podía a Abascal.
Y todo lo anterior mientras PP y Vox pactaban centenares de gobiernos locales y al menos dos autonómicos, como muy bien recordaba una y otra vez Pedro Sánchez. Y mientras, claro, Feijóo no negaba que si había necesidad pactaría un gobierno de coalición con Vox.
¿Alguien pensaba que eso no tiene un precio a pagar en las urnas? Muchos pensábamos que el precio sería asumible. Pero no lo fue. No sé cuantos fueron los que se quedaron en casa desmotivados por tamaña contradicción. Tampoco sé la cantidad de los potenciales votantes peperos que a última hora se pasaran al PSOE porque les daba miedo votar un partido que pactaría con alguien que ese mismo partido consideraba que son unos indeseables.
¿Había solución? Sí, claro, siempre la hay. No demonizar a Vox. Atacar a los extremismos de Pedro Sánchez. No blanquear desde el PP a la comunista Yolanda Díaz. Y supongo que más cosas, que para eso se supone que tienen estrategas de campaña. Pero desde luego no atacar y descalificar al partido con el que estás pactando en el presente y con el que piensan pactar en el futuro. Porque eso pasa factura. Ahora ya lo saben en el PP.
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