Me encuentro, para variar (dicho sin ironía), con un buen resumen de El Mundo de lo que está pasando al respecto de lo que todo apunta a que es la invasión terrestre de Gaza por parte de Israel.
Pero lo que me llamó la atención fueron estas palabras, casi al final del artículo (las negritas son mías):
Tras el atentado más sangriento en la historia de Israel, el analista del diario Haaretz Amos Harel escribía que "la población de dos millones de habitantes va a tener un sufrimiento muy grande debido a la acción que lideró el régimen dictatorial en la Franja, que al parecer tiene un apoyo popular no menor".
Pocos se atreven a hacer esa valoración, menos aún en los periódicos tradicionales. Pero así está la situación. A pesar de los sufrimientos que Hamás les ha hecho y les hace pasar a ellos y sus familias (sus hijos incluidos) y a pesar de las auténticas barbaridades cometidas por esta banda de asesinos contra civiles israelíes indefensos el pasado 7 de octubre hay una cantidad no menor de gazatíes que sigue apoyando a Hamás.
Pues bueno, que con su pan se lo coman. Nunca me alegraré ni de una guerra ni de una muerte, menos aún si esa muerte es de un civil, aún menos si es de un niño. Pero lo que siembra se cosecha. Quiéralo yo o no, lo quieran ellos o no lo quieran. Es lo que hay. Por desgracia, ciertamente. Porque así son las cosas.
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