Es la segunda vez, tras la anterior, desde el 7 de octubre en que lo que leo me afecta grandemente. En esta ocasión ha sido la certeza de la horrible muerte de la chica alemana. No digo que sea peor que las otras (lo de los niños fue espantoso), sino que probablemente haya sido la gota que ha colmado el vaso.
Lo único que les deseo a estos malditos es que la justicia divina caiga sobre ellos; sobre ellos y sobre todos (y todas) los que les apoyan. La vida es corta, pero espero que sea lo suficientemente larga como para que yo tenga la oportunidad de ver la cosecha de la siembra que están haciendo estos salvajes asesinos. Y también la cosecha de la siembra de quienes les apoyan.
Puede que no lo paguen aquí, en la vida terrenal, sino después de fallecer
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