Relato por aquí, de memoria, lo que he llamado en el titular tres pequeñas grandes historias muy reveladoras que leí en su día y que no he podido encontrar a través de Google y que sucedieron en Afaganistán, vistas y contadas por militares españoles.
Primera: una niña pequeña caminaba descalza en medio de la nieve, un soldado español le dio unas chucherías y un hombre adulto le pegó un bofetón y le tiró las chucherías al suelo.
Segunda: una mujer caminaba cargada de leña siguiendo a un hombre, cayó de rodillas por el peso y el hombre regresó y la golpeó hasta que se levantó y siguió el camino.
Tercera: un soldado español le preguntó a un líder regional que qué era para él su esposa, y él le respondió: "tengo una casa, un armario, una cama y una esposa".
Son pequeñas, porque no pasan de ser unas historias en medio de las millones que se repiten en Afganistán en particular y en general en casi todos o todos los países de mayoría musulmana. Pero son grandes porque, a pesar de ser anónimas, son muy importantes para sus víctimas, que sin la menor duda las sufren terriblemente, como las sufriríamos cualquiera de nosotros. Y son muy reveladoras porque nos dejan ver la cultura de estas sociedades.
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