miércoles, 22 de septiembre de 2021

Vamos a morir todos, hay que hacer algo (y qué hay detrás)

Las declaraciones sobre el calentamiento global cada vez son más extremas. Ahora la ONU no se corta un pelo y asegura que el planeta se encuentra en una trayectoria "catastrófica" de calentamiento global.

Que hay un calentamiento en el planeta está fuera de discusión. Que sea a consecuencia del ser humano y catastófrico está por demostrarse.

Lo que desde luego está completamente demostrado es que detrás de esa afirmación de ¡vamos a morir todos! y su consabida consecuencia de ¡hay que hacer algo, hay que hace algo! existe un movimiento político con claras intenciones ideológicas.

Es de agradecer, eso sí, que cada vez estén siendo más evidentes. Dos puntos del artículo de referencia lo dejan meridianamente claro.

Por un lado, nos cuenta que los científicos han dicho que el planeta necesita reducir un 45% de sus emisiones para 2030 para alcanzar la neutralidad de carbono a mediados de siglo. ¿Y cómo se consigue eso? Pues sustituyendo el viaje en avión por el viaje en barco y el coche por el tren, usando menos energía eléctrica y comprando menos. En resumen, haciendo que la clase media se empobrezca. Porque todas esas medidas a nadie se le escapa que no afectarán ni a los millonarios (pueden permitirse el lujo de pagar lo que sea) ni a los pobres de solemnidad (bastante tienen con luchar por sobrevivir), sino a la clase media trabajadora, que verá recortado (y mucho) el nivel de vida que consigue con el esfuerzo de su trabajo diario.

Pero ahí no acaba la historia. Hay otra parte, la segunda, aún peor. Porque nadie puede olvidar que esa reducción de emisiones afectará de forma totalmente negativa al desarrollo de los países pobres. ¿Y como se soluciona eso? Pues por parte de las naciones desarrolladas con apoyo a los países en desarrollo... por valor de US$ 100.000 millones.

¿Y quién va a pagar esa brutalidad de dinero en efectivo? Tampoco hay que ser un genio para descubrir que nuevamente será la clase media trabajadora con sus impuestos. Dinero que, dicho sea de paso, en su inmensa mayoría acabará en cuentas privadas de los jerarcas y no en proyectos de desarrollo de sus países, como sucede con todo tipo de ayudas, que por eso sus naciones están como están.

Y ya tenemos el final del relato. Redistribución de la riqueza. La clase media empobrecida y los pobres de solemnidad igual de pobres. Supongo que para después, si se tercia, volver a fomentar la lucha de clases.

Lo que no conseguieron ni con la violencia (cien millones de muertos no les valieron nada más que para que el comunismo se derrumbase como un castillo de naipes) ni con las urnas (en los países desarrollados el comunismo es algo marginal, y en los países pobres donde llegan al poder con las urnas luego deben mantenerse con la violencia) ahora lo intentan conseguir con el vamos a morir todos y el hay que hacer algo.

Son solamente partidos e ideologías sandía, como alguien los definió. Una fina corteza exterior desechable verde y un enorme producto interior rojo. Ligera y engañosamente ecologistas por fuera y enorme y verdaderamente comunistas por dentro. La falsa defensa del planeta puesta al servicio de una real ideología totalitaria. Y no hay más.

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