Bueno, pues nada, ya tenemos prácticamente cerrados los resultados de los votantes de las elecciones municipales y autonómicas. Ahora, con esos resultados en la mano, salvo en las plazas, autonómicas y municipales, donde hay una mayoría absoluta, es la hora de que los partidos lleguen a oscuros pactos entre ellos para conseguir un gobierno.
Es lo que tiene dejar la decisión en manos de los partidos y no de los votantes en una segunda vuelta en caso de que ninguno obtuviera más de la mitad de los votos emitidos (prácticamente nunca las mayorías absolutas son democráticas, porque lo son sin conseguir más de la mitad de los votos, sino en base a desechar, por porcentaje, a los partidos sin representación -pero al menos no hay enjuagues partidocráticos-).
Lo mismo que ha pasado y seguirá pasando a nivel nacional, dicho sea de paso (cuyo peor ejemplo es, sin la menor duda, el actual Gobierno presidido por Pedro Sánchez).
En fin, con esto cierro mis comentarios a esta noche electoral. Como espectador tengo que reconocer que el espectáculo ha sido muy interesante y que me he divertido mucho (sobre todo por el desastre socialista y el doble hundimiento sin paliativos de Podemos en Madrid). Y seguirá siendo interesante. Porque quedan los mentados pactos y, sobre todo, la reacción de Su Sanchidad (que a estas horas debe estar subiéndose por las paredes) a estos resultados. Porque, así como quien no quiere la cosa, las elecciones generales están al doblar la esquina, con una izquierda socialista y una extrema izquierda comunista que salen de estas citas electorales de hoy sumamente débiles. El espectáculo debe continuar.
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